COMO MEJORAR EL CORAZÓN Y PROLONGAR LA EXPECTATIVA DE VIDA

COMO MEJORAR EL CORAZÓN Y PROLONGAR LA EXPECTATIVA DE VIDA

El corazón es el motor principal para hacer llegar el oxígeno a cada célula y este órgano es el que más se beneficia del ejercicio físico. Esta bomba casi perfecta responde extremadamente bien al esfuerzo y se adapta en función de la intensidad a la que se vea obligada a trabajar, para que ésta no suponga nunca un peligro de agotamiento total.
Si el corazón dejase de bombear porque fuese llevado a un punto límite y mantenido allí por un tiempo excesivo, sencillamente se produciría un colapso y moriríamos. De manera que este órgano posee un mecanismo muy versátil de adaptación y, cuando se ve llevado con periodicidad a extremos peligrosos, reduce la frecuencia de sus latidos para dejar un margen de garantía suficiente que le permita soportar la tensión límite la próxima vez sin alcanzar un punto peligroso.
La frecuencia cardiaca de una persona sedentaria, es decir, que no hace habitualmente esfuerzos físicos, ronda las 80 pulsaciones por minuto. Cuando esta persona realiza una actividad física de cierta intensidad éstas pueden elevarse cerca de las 220, que es un límite altamente peligroso porque a ese nivel el corazón no puede mantenerse mucho tiempo antes de llegar al agotamiento y al posible colapso. Hoy existe el consenso de que el máximo ritmo cardiaco de una persona se encuentra en restar la edad a 220.  
Mediante el entrenamiento regular, es decir, episodios periódicos de esfuerzo, el músculo cardiaco se protege reduciendo su frecuencia en reposo, por ejemplo bajando a 60 pulsaciones por minuto, con lo cual, cuando se vea de nuevo obligado a bombear a máxima intensidad, su máximo ya no subirá más allá de las 190 pulsaciones, una frecuencia que será capaz de mantener por algún tiempo más, sin que suponga un riesgo de fallo cardiaco o colapso.
Se trata de un mecanismo evolutivo de adaptación y protección.
En esencia, esto es lo que se produce con el entrenamiento: una adaptación del corazón al esfuerzo mediante un descenso de su ritmo en reposo.
Cuanto más intenso sea el esfuerzo y éste se produzca con más periodicidad, tanto más reducirá el corazón su frecuencia en la fase de reposo para que, cuando deba bombear a tope para alimentar los músculos y enviarles el oxígeno y los nutrientes, pueda hacerlo a la intensidad requerida por el suficiente tiempo y dentro de unos márgenes de seguridad que pueda mantener satisfactoriamente.
Por eso, una persona entrenada presenta un ritmo cardiaco de 60 o 50 pulsaciones por minuto, o en algunos atletas muy bien acondicionados, hay nombres conocidos como Mercx e Indurain entre otros, incluso bastante inferior, existen casos de sólo 35. Esa ventaja permite a estos atletas realizar esfuerzos extremos, que pueden mantener por largos espacios de tiempo ya que durante la actividad su corazón late a una frecuencia que pueden mantener tranquilamente durante mucho tiempo  
Ahora pensemos en como el entrenamiento puede beneficiar al corazón y la salud en general. Es frecuente oír que el ejercicio protege el músculo cardiaco y prolonga la vida; y es cierto por varias razones, una de ellas es, precisamente, por esta reducción de la frecuencia de trabajo.
Si una persona sedentaria tiene un ritmo de 80 pulsaciones por minuto y otra entrenada de sólo 60, esa simple diferencia de 20 significa que en fase de reposo total la sedentaria hará latir su corazón 28.800 veces más al día.
20 x 60 minutos = 1.200 por hora x 24 = 28.800 por día.
O, lo que es igual, 10.512.000 al año.
Imaginad si eso es sin hacer ningún tipo de esfuerzo, es decir, en reposo absoluto como cuando se duerme. Durante las actividades diarias como levantarse de una silla, subir o bajar escaleras, caminar, etcétera, el ritmo cardiaco se acelera aun más y la separación entre ambos es todavía mayor. Esta es la gran diferencia que existe entre lo que ha de trabajar más el corazón sedentario en comparación con el entrenado.
A lo largo de los años no es pues de extrañar que el corazón no entrenado se canse antes y se agote por el trabajo excesivo y que, como consecuencia de ello, su vida sea menor.
Frecuencia cardiaca de un corazón entrenado

60 latidos por minuto x 60 = 3.600 por hora
3.600 latidos por hora x 24 = 86.400 por día
86.400 latidos por día x 365 = 31.536.000 por año
Frecuencia cardiaca de un corazón sedentario
80 latidos por minuto x 60 = 4.800 por hora
4.800 latidos por hora x 24 = 115.200 por día
115.200 latidos por día x 365 = 42.048.000 por año
Como ves hablamos de casi 11 millones más de latidos al año, y puesto que el corazón es el motor principal del cuerpo, no es difícil de comprender que como el de un coche con el cúmulo de trabajo (kilómetros) este se irá deteriorando hasta funcionar mal o dejar de funcionar.
En definitiva, procura entrenar tu corazón llevándolo regularmente a picos de máxima intensidad y lograrás un corazón de hierro y mayor calidad y expectativa de vida.

Creado el 18/08/2023 Entrenamiento

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