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Las conservas no son una buena opción en culturismo. Podrían parecer inofensivas, porque al fin y al cabo la única diferencia es el enlatado, pero yo desconfiaría de las apariencias. Desde el momento en que los alimentos entran en su envase, empiezan rápidamente a ocurrir cosas poco recomendables. Por ejemplo, pierden con celeridad su contenido en vitamina C. Con el tiempo, el potasio también disminuye y, como los alimentos enlatados se envasan a menudo con sal como conservante, la relación cuantitativa sodio/potasio se ve profundamente alterada. El cuerpo humano necesita ambos minerales en la relación 1 a 10, que muchas conservas presentan a la inversa, o sea en relación de 10 a 1, lo cual estresa el corazón. Además, las conservas son altas en azúcar, alimento anticulturista si lo hubiere, ya que despoja al organismo de sus reservas de cromo, vitaminas B, calcio y magnesio, todos ellos elementos esenciales en abundancia para el culturista consagrado al entrenamiento duro. Sumando todas esas circunstancias, correremos el riesgo de caer en una malnutrición pura y dura.
De hecho, varios estudios demuestran que las conservas provocan leucocitosis, es decir, una especie de "fiebre de baja intensidad" que provoca una disminución del número y eficacia de los glóbulos blancos sanguíneos, con el consiguiente debilitamiento del sistema inmunitario. Ten presente que ésta es una patología bastante sutil, no fácilmente detectable, como una gripe o el sarampión, pero que, no obstante, afecta al organismo en un grado apreciable. Puedes convencerte de ello muy fácilmente (aunque es preferible que no lo intentes): come únicamente conservas durante dos días seguidos, mañana, tarde y noche. Al tercer día, haz un entrenamiento de piernas con numerosas repeticiones y... observa lo que ocurre. ¡Estarás más flojo que un trapo! Tu organismo se encontrará en estado de carencia generalizado, lo cual afectará sensiblemente a tu nivel de fuerza. Pero aquí tienes un truquito que te será de ayuda, en caso de necesidad: ciertos investigadores han descubierto que, comiendo fruta fresca al mismo tiempo que las conservas, no se produce la citada leucocitosis. Por lo visto, la fruta produce un "efecto enzimático" que contrarresta la acción negativa de los alimentos enlatados.
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